El ahogado más hermoso del mundo y la libertad.

Este es un texto que realizé para una de mis clases de la UAM. Es un pequeño análisis acerca del cuento «El ahogado más hermoso del mundo» de Gabriel García Marques. Lo escribí apoyándome en artículos escritos por John Zerzan, el fragmento de un libro de Edmund Husserl y las ideas de una gran persona. Espero que lo disfruten.

«Intimo reflejo de la necesidad latinoamericana por darle personificación a las cosas, este es un cuento que maneja de una forma muy bella la ingenuidad e inocencia que todavía existe en muchos pueblos de nuestro continente. Por medio de la llegada de un hombre ahogado, García Marquez nos muestra una cara de la sociedad que busca apropiarse de todo por medio de la creación de nombres y la prioridad por encontrar un saber que nos involucre a todos.

Las personas del pueblo en el que se desarrolla la historia se convierten en representantes de la mentalidad que nos caracteriza a los latinos. Sedientos por crear una diferencia en nuestra vida, que se ve representada por medio de este hombre ahogado que paulatinamente, y conforme los habitantes del lugar se fueron familiarizando con él, fue adquiriendo una personalidad e inclusive un nombre: Esteban; asignado por una de las mujeres que trabajaron por crearle vestimentas «propias» de un entierro. Despues de darle nombre, Esteban no era más un desconocido. Ahora se convirtió en habitante de un lugar que el quizas nunca conoció. En el eslabón que unió a todas las personas de un pueblo ignorado por él.

Creo que es algo lindo, incluso tierno, la forma en que las personas reaccionaron ante este individuo fallecido. Sin embargo, se vuelve ridícula la funcionalidad de la psicología grupal, o desde un punto de vista más profundo, de masas. Creo que lo que intenta mostrar Gabriel García Marquez por medio de este cuento es la forma en que la masificación del pensamiento en las sociedades hace que nuestro comportamiento se vuelva hacia cosas innecesarias y, hasta cierto punto, vanáles. Buscamos hasta el más mínimo detalle para distraernos de las cosas que en verdad deberían de importarnos. Esteban, el ahogado, se convierte en ese distractor a un nivel tan impresionante, que todo el pueblo quedó practicamente paralizado de sus actividades normales, por buscar la identidad de un muerto, al que nunca habían visto.

Pero esta importancia, ¿de donde nace? Si el hombre es visto como aquello que se representa y se produce como un objeto, entonces es prudente decir que las personas dentro de esta historia veían en el cuerpo de este hombre la representación de un cambio. El símbolo de un cambio, tal ves, de la monotonía de sus vidas dentro de ese pequeño territorio. Como escribió el filósofo alemán Edmund Husserl, “el símbolo existe efectivamente en el momento en que se introduce algo más que vida”, y a este ahogado, se le otorgó algo más que muerte. Se volvio la liberación momentanea de una vida rutinaria en un bello pueblo latinoamericano.

En un mundo en el que el sentido de la vida se ha perdido, creo que todos buscamos a Esteban; a ese muerto; ese algo que pueda crear un cambio en esta vida cosificada y que ha vaciado de toda conciencia a los individuos hasta llevarnos al punto en el que no necesitamos experimentarla. Hemos quedado atrapados en un mundo obsesionado con la propiedad material y en el que poco a poco vamos abandonando a nuestra humanidad. «Miren allá, donde el viento es ahora tan manso que se queda a dormir debajo de las camas, allá, donde el sol brilla tanto que no saben hacia dónde girar los girasoles, sí, allá, es el pueblo de Esteban»; es el pueblo de nuestra libertad.»